Vía Crucis porteño: miles de velas iluminaron la Avenida de Mayo

Miles de velas iluminaron anoche la décima edición del Vía Crucis por la Avenida de Mayo, que evoca la pasión y muerte de Jesús. La marcha contó esta vez con una mayor concurrencia que el año anterior –favorecida por una temperatura óptima–, que fue creciendo a medida que la columna avanzaba desde las cercanías del Congreso hasta la Plaza de Mayo, en medio de un clima de gran recogimiento.



Luego de la representación de la primera estación –cuando Jesús es sentenciado– en Plaza Lorea, uno de los obispos auxiliares, Eduardo García, invitó a iniciar la marcha. En esa ocasión, García dijo que en el Viernes Santo los cristianos conmemoran “con dolor el padecimiento de Jesús, pero a la vez con alegría porque lo hizo por amor a nosotros”.
Con la cúpula del Congreso iluminada como telón de fondo, la columna marchó encabezada por la imagen del Cristo del Buen Amor, una estatuilla de 1,80 tallada en cedro libanés por un artista sevillano, también llamada el Cristo de los Futbolistas porque fue donada por jugadores del equipo que ganó el Mundial ’78 radicados en España.
Por primera vez, un actor representó a Jesús cargando la cruz, que fue avanzando en primerísima línea, dándole una singular emotividad a la marcha piadosa. En cada esquina, se oficiaba una de las 14 estaciones del Vía Crucis. Como siempre, las tres que refieren a su crucifixión y muerte fueron representadas en la Plaza de Mayo.
Gente de la más diversa condición social, familias, pero también gente sola y jóvenes fueron de la partida de la procesión, que siempre organizan el arzobispado porteño y la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo, con la colaboración de la Cámara de la Mediana Empresa (CAME). Una red de altoparlantes a lo largo de toda la avenida permitió que todos los feligreses se unieran en los rezos y cánticos.
El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, participó caminando entre la gente. Y al final, antes de que se oficiara la última estación dentro de la catedral –la sepultura de Jesús–, subió al escenario levantado frente al Cabildo e impartió la bendición. Luego, la catedral se inundó de fieles, donde siguieron rezando.

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